miércoles, 30 de mayo de 2012

La luz detenida de Romero Murube

Noble arte es la Literatura que te permite conversar con aquellos autores que se quedaron para siempre en las esquinas de la ciudad simplemente acudiendo a su obra. Como si siempre estuviese en deuda con nosotros, nos regala la inmortalidad dentro de lo precario que da lo humano. Romero Murube es un autor de tardes de dunas y soles rojos, inagotable maestro con el que compartir un tiempo perecedero ya únicamente para mí. Es de grave importancia tomar café de vez en cuando con Joaquín. 

Hombre elegante en su prosa y en su verso, su obra es quedarse en la luz de un tiempo detenido en las infancias y en los colores, en el tiempo del hombre sin conciencia de lo perdurable, ajeno a relojes y a mañanas. Pero también es detenerse en las horas angostas del hombre que busca ocasos blancos y sueña con lo que siempre ocurre en la madrugá

El Gran Poder llega a su puerta. Ha desaparecido ese público de un valor mitológico que, como un monstruo, macizó de espanto y silencio el momento terrible de la salida; ahora son caras mañaneras, humildes: mozas de velo y ancianas de peina baja y velito de ternura. Ahora no hay silencio en la plaza; hay un rumor maravilloso, un canto suave que hermana con el ruido de las hojas de los árboles. Es la madre que reza, es la mujer que reza, es el niño que reza. 

... son los favoritos de esta Luz,
que tienen una infancia de liños derretidos
 y después es azul absoluto.
(Jarevalo)

Poeta, ensayista y articulista, cuando aborda la temática sacra se inclina por la prosa pero otorgándole los atributos de la lírica. Lo más importante de su obra es la capacidad de fundirse poeta y ciudad en perfecta armonía, acudiendo a una visión quintaesenciada de su Semana Santa: Sevilla es algo más que una decoración, que un muro con flores. 

 Hay tal riqueza sentimental en nuestra Semana Santa que difícilmente puede lograrse la conjunción de todas sus emociones en una sola sensibilidad. Aun sevillanos somos un poco forasteros de toda aquella hermandad que no sea la nuestra. Lo más que puede alcanzarse es la sensación aproximada, furtiva e incierta de la mayoría de ellas. Cada cofradía tiene su misterio eterno, absoluto, ligado a la luz, a la vida, al aire y al sentimiento de su barrio, de su calle, de su cielo. Y hay por ello tantas sensaciones absolutas y distintas como calles tiene Sevilla. 

 El Pregón de Romero Murube, pronunciado el 19 de marzo de 1944 en el Teatro San Fernando, es una pieza literaria magistral.

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